Gestores que dañan a las empresas

    Estos son algunos de los gestores que dañan a las empresas:

    Entre los defectos que se pueden encontrar en este tipo de directivos, vienen por regla general ligados a una falta de competencia y profesionalidad por parte de estos. También estos directores, suelen tener como característica común que todos y cada uno de estos directivos que se describen a continuación, no logran resolver tal o cual problema en su centro de trabajo, ya que se representan a sí mismos. No sin cierto toque de humor, he ido identificando algunos de de los perfiles de los malos gestores y directivos de empresa y su descripción.

    El divertido
    Aquel que se trata de imponer a la galería siendo divertido. Pecho fuera, la cabeza alta, que casi se olvida de ver donde pone sus zapatos de 15 euros. Las teorías, teoremas, leyes, principios y preceptos no son de su competencia. Despeja la evidente falta de estados de ánimo, con acciones injustificadas e infundadas, que hacen que sea más divertido que un líder probado. Esto justifica un aumento de la presencia de este tipo de líderes en el lugar de trabajo para compensar la falta de habilidades directivas. Sí, deben ser compensados en su justa medida. Aunque también deben su posición a su intuición. Aunque sin embargo para mostrar la humanidad, siguen siendo maestros en el arte de alterar las reglas del análisis transaccional sin anularse e ellos mismos. El “líder divertido” no teme a nadie, pero en verdad nadie les teme ni les respeta.

    El desorientado
    Por orientación, tenemos que entender el término vocación, y, presumiblemente el trabajo que desempeña este tipo de directivos, no es ni de lejos la actividad por la que están siendo remunerados. El directivo desorientado es en última instancia, alguien que no ha encontrado su camino. Ante la falta de conocimiento, y la falta de preparación para desarrollar su trabajo específico en su empresa se pierde en uno de los perfiles de su carrera, no es un líder completo. Y busca encontrar una segunda juventud, que le permita encontrase a si mismo en su trabajo.

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    El incompetente
    Su equipo es el que “tira del carro” siempre está ausente por estar siempre de baja por enfermedad o reunido o de viaje o al teléfono… Los intentos de los “lideres incompetentes” para ocultar sus deficiencias son observadas por las ausencias de estos. ¿Lo estás buscando? Que no te entre en pánico, la sala de descanso y su despacho son sus balnearios, allí seguro lo encuentras, con los vidrios de las gafas en la punta de la nariz, los ojos lívidos, ojerosos y con expresión de rigor. Los incompetentes también evitan el contacto con su equipo. Sus deficiencias se ven a simple vista y su trabajo es sólo el reflejo de una incapacidad programada. En su comprensión de la misión que se les ha confiado y los objetivos empresariales que tienen que alcanzar son ecuaciones con múltiples incógnitas que desconocen y, que definitivamente nunca resuelven.

    Los corruptos
    Se cree que es el “businessman” del momento, pero carece de un plan de negocios coherente. El Teléfono siempre está constantemente pegado a sus oídos. Al igual que un buen número de gerentes de ventas, trabaja en su interés personal a expensas de la empresa, olvidando su misión principal que le une a su empleador. Es por regla general un usurpador e impostor, el uso corrupto de una relación es su especialidad. A menudo, lo verás pavoneándose en tareas que adula para agrandar a su ego, y esta estrategia la utilizará para ignorar los buenos elementos de su equipo.

    La falsa conciencia
    La ropa no hace al gerente del departamento, ¡todavía! Camisa blanca impoluta, zapato encerado, pantalones doblados, la falsa conciencia destaca por su fiabilidad al frente de una empresa o sección, pero se olvida de aplicar este precepto en su trabajo y, por consiguiente a sus empleados. Este perfil no está muy extendido sobre todo por su grave falta de iniciativas y toma de decisiones. Juega malas pasadas entre y a sus empleados. En el fondo, estos líderes no se sienten fuera de lugar, y bajo el falso aire de la competencia, y la falta de rendimiento real prevalecen sus impulsos carentes de significado en el interés de la empresa.

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    Desorganizado – Organizado
    Ningún método de trabajo: Esta es la frase que resume este perfil de gestor. Y hay un método: no hay directrices, no hay consistencia, y por lo tanto un tenemos a un equipo perdido, estos están obligados a adaptarse a la cabeza de su cumplimiento. No hay metas ni objetivos. Es la “Desorganización organizada” es como esparcir las piezas de un rompecabezas en diferentes ciudades antes de marcar una línea de actuaciones coherente dentro de la empresa.

    El sentimental
    Lo has adivinado, el perfil de este gerente, funciona con el corazón, no con la cabeza. Él sigue favoreciendo a las afinidades de unión y el “buen rollo” con los miembros de su equipo, a expensas de algo de talento y capacidad para desarrollar tareas de envergadura en el centro de trabajo. Aunque este no es un fracaso en sí mismo, el líder sentimental es siempre una persona que actúa de forma desinteresada e imparcial. Se esfuerza por mantener relaciones complicadas con los individuos, en lugar de intentar “soldar” o implantar un equipo sólido para llevar a cabo sus objetivos empresariales.

    El Administrador
    No es el directivo por excelencia. Puede sobresalir en un área de sus obligaciones y en otras ser aproximado. Este es a menudo el caso de los llamados gestores experimentados que dicen conocer su oficio como la palma de su mano, pero omiten la misión principal de su posición. Porque en verdad, un verdadero directivo administra, gestiona, dirige y lidera personas, no números.

    El simplón
    Un buen gerente se distingue por su credibilidad, legitimidad y profesionalidad a la hora de liderar a las personas que tiene a su cargo. En este sentido, debe ser capaz de comunicar estrictamente una orden a un colaborador, es decir: Dirigir. Siempre evoca las dificultades relacionadas con su trabajo. El “líder tontito” no siente que es un directivo de la empresa. Es absolutamente un cero a la izquierda y se limita a ejecutar las órdenes definidas por su jerarquía. Para él, su obra radica en su capacidad para generar operativa y justificar una presencia constante en su lugar de trabajo. El resto, se anula.

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