Aprender siempre y en cada momento

    Continuar aprendiendo cosas nuevas alimenta nuestra vida personal y profesional. Al igual que el entrenamiento físico, el ejercicio mental mejora la retención de la información, así como la confianza en uno mismo, ayudándonos a soñar y alcanzar nuestros deseos.

    El aprendizaje no se limita sólo al ámbito de las aulas. También aprendemos de nuestras aficiones, nuestros viajes o en nuestros trabajos. De hecho, si nos circunscribimos al ámbito laboral, estamos recibiendo una compensación adicional en forma de aprendizaje, es decir, nos pagan para aprender cosas que pueden llevarnos a una mayor satisfacción personal.

    El aprendizaje requiere esfuerzo, y debemos considerarlo como una de las prioridades vitales para encontrar la felicidad individual. Afortunadamente, todas las situaciones pueden ser oportunidades de aprendizaje. La humildad de los ganadores del Premio Nobel cuando hablan de lo mucho que han dejado de aprender es algo que debemos emular. Más aún, las personas que poseen una «mente de principiante», consideran cada situación como nueva, e incluso sorprendente, explorándola y activando su capacidad de aprendizaje. El caso contrario lo vivirían los llamados “expertos”, que desactivan esa componente didáctica que hace que te intereses por aquellas situaciones que surgen, incluso llegando a estar desinformados por sentirse “sabedores” de todo.

    Cuando el aprendizaje se detiene, el vacío se desarrolla, llenándolo con el aburrimiento, la complacencia, e incluso el cinismo.

    A menudo, las personas más inteligentes son las que caen en la trampa de no aprender, ya que no ven la necesidad de ilustrarse, llegando en muchos casos ha olvidar cómo se aprende. Cuando el aprendizaje se detiene, el vacío se desarrolla, llenándolo con el aburrimiento, la complacencia, e incluso el cinismo. Para volver al hábito del aprendizaje, debemos viajar a nuevos lugares, conocer gente nueva y tener nuevas aficiones, potenciando la curiosidad por todo, e incluso una cierta ingenuidad.

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    Nunca antes ha habido tantas oportunidades para aprender. Las empresas ofrecen formación “online” a sus empleados. Conferencias y clases tienen lugar no sólo en las universidades, sino también en centros comunitarios. Además, muchas universidades de todo el mundo ofrecen cursos masivos “online” (MOOCs) en todo tipo de temas. De hecho, frente a un abrumador número de opciones, en muchas ocasiones debemos hacer un plan para priorizar lo que queremos aprender y cómo hacerlo.
    Es aprender en sí mismo, y no la acumulación de títulos y certificados, lo que reaviva nuestros sueños. Si abrazamos la diversidad, tendremos muchas más oportunidades para aprender, y mencionando uno de los pilares básicos de la pedagogía, la mejor manera de aprender algo es enseñar a otra persona.

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